México
D.F. Viernes
30 de enero de
2004
"Con la
pena", la
directora del
Reclusorio Norte
le negó acceso
a las
diligencias
Impidió
el GDF al juez
Garzón inducir
interrogatorio a
vascos
Ordenó la PGR
suspender la
audiencia
Pretendía que
la funcionaria
capitalina se
disculpara
BLANCHE
PETRICH
El
Gobierno del
Distrito Federal
(GDF) y la
dirección de
prisiones
capitalinas
negaron el
acceso de dos
funcionarios
españoles, el
juez Baltasar
Garzón y el
fiscal de la
Audiencia
Nacional Enrique
Molina, al
Reclusorio
Norte, donde debía
realizarse un
nuevo
interrogatorio a
los seis
ciudadanos
vascos presos
desde hace seis
meses, sujetos a
un proceso de
extradición a
Madrid.
Pese
a la insistencia
y las presiones
del fiscal
federal de la
Unidad
Especializada
contra
Secuestros,
Mario Arzabe,
que actúa como
agente del
Ministerio Público
en este trámite,
Marcela Briseño,
directora del
penal, dio órdenes
de detener a la
comitiva de los
magistrados españoles
cuando ya se
encontraban en
el túnel de
ingreso de
visitantes,
discutiendo con
un custodio que
insistía en
ponerles un
sello en el
antebrazo. En
ese momento, el
jefe en turno de
la prisión,
enviado por la
directora,
exhortó a Garzón
y a Molina a
irse. Ambos
salieron y por
un teléfono
interno la
directora fue
notificada.
-Van
enojadísimos,
licenciada.
-Con
la pena
-respondió
Briseño-. Yo
cumplo órdenes.
Esta
actitud de las
autoridades del
Distrito Federal
contrastó con
las facilidades
que pusieron a
disposición de
Garzón y Molina
los mandos
federales -la
Procuraduría
General de la
República
(PGR)- para que
los magistrados
participaran en
nuevos
interrogatorios
a los tres
mexicanos que
fueron
implicados como
colaboradores en
la trama del
supuesto
"Colectivo
de Refugiados de
ETA" en México.
El
día anterior,
Pilar Sosa,
Pedro Ulises
Castro y Noé
Camarillo, todos
exonerados por
falta de
pruebas, fueron
citados a una
diligencia que,
según declaró
la primera a la
agencia Notimex,
"prácticamente"
fue conducida
por el juez Garzón.
La
directora del
penal explicó
que, enterados
"por la
prensa" de
que los dos
jueces
extranjeros
pretendían
estar presentes
en la audiencia
prevista para
este jueves, sin
que hubiera
mediado
solicitud formal
o explicación
alguna, el
secretario de
Gobierno del
GDF, Alejandro
Encinas, y el
director de
prisiones
capitalinas, Héctor
Cárdenas,
dieron
instrucciones
precisas para
que no se
permitiera el
acceso a Garzón
y Molina. También
cerraron el paso
a los seis
agentes de la
Agencia Federal
de Investigación
(AFI) que los
custodiaban.
Por
su parte, Mario
Arzabe demandó
a la directora
del penal que
rectificara y
franqueara el
paso a los españoles,
esgrimiendo
"la
trascendencia a
niveles nacional
e
internacional"
que pudiera
tener una
negativa. Cuando
supo que los
extranjeros
fueron
"invitados
a
retirarse"
del reclusorio,
exclamó: "¡Esto
va a ser un
problema!"
Finalmente,
funcionarios de
la PGR
intentaron
disfrazar el
incidente
"explicando"
que el juez Garzón
y el fiscal
Molina
prefirieron
retirarse del
penal antes de
permitir ser
"marcados"
con el sello de
tinta invisible
que suele
imprimirse en el
antebrazo de los
visitantes, como
una de las
medidas de
seguridad
aplicadas en
todas las cárceles
del país.
"No
fue exactamente
así -replicó
la directora del
penal-. Ellos no
tenían
autorización
para entrar. No
iban a hacerlo,
independientemente
de que se
dejaran poner el
sello o
no."
Dos
horas después
de la retirada
de los españoles
y mientras los
indiciados
vascos eran
informados sobre
el contenido de
la "comisión
rogatoria"
del juez Garzón,
consistente en
un largo
interrogatorio
para que los
procesados
ampliaran sus
declaraciones,
Arzabe ordenó
la suspensión
de la audiencia,
sin explicar a
los detenidos y
a su defensa las
razones. También
se opuso a que
se levantara y
firmara un acta
sobre lo ya
actuado, como lo
exigía la
abogada de los
vascos, Bárbara
Zamora.
Juan
Carlos Artola y
Félix
Salustiano García
ya habían
escuchado el
cuestionario y
se acogieron a
los artículos
octavo y 20 de
la Ley de
Procedimientos
Penales para no
responder. Los
otros cuatro
-María Asunción
Gorrotxategui,
Ernesto Alberdi,
José María
Urkijo y Asier
Arronategui-
tendrán que
esperar una
nueva notificación
para cumplir con
el trámite del
citatorio.
El
22 de enero
Marcela Briseño
recibió un
oficio
notificando la
solicitud de la
Unidad
Especializada en
Investigaciones
sobre
Terrorismo,
Acopio y Tráfico
de Armas para
realizar en el
penal una
ampliación de
declaraciones de
los seis
detenidos, a
quienes la
justicia de España
reclama por
nexos con ETA.
Conforme
la ley que rige
estos
procedimientos,
a esas
diligencias
acude sólo
personal de la
PGR o la
autoridad
responsable, los
acusados y sus
defensores. El
oficio de la
procuraduría no
indicó que se
trataría de un
interrogatorio
ajeno a los
procesos de
extradición
-justificación
ofrecida ayer
mismo por el
subprocurador
jurídico,
Alejandro Ramos-
ni mencionaba
convenios de
cooperación
antiterrorista
bilaterales.
Mucho
menos informaba
sobre la
asistencia de
dos jueces españoles.
"De eso
nosotros nos
enteramos por
los medios. Nada
justifica la
presencia de
estos señores",
señaló Briseño.
Antes
que llegaran los
españoles al
Reclusorio
Norte, el
comisionado de
la PGR, Arzabe,
se adelantó a
la oficina de la
directora para
allanarles el
paso. Enterado
de que había órdenes
de negarles el
acceso, el
funcionario se
mostró
abrumado.
Cuando
se le informó
que la comitiva
de Garzón se
marchaba y que
el juez estaba
"enojadísimo",
Arzabe pidió a
la directora del
penal que lo
alcanzara para
disculparse. La
funcionaria no
aceptó. El
fiscal,
entonces, alcanzó
a los españoles
y subió a su
camioneta.
Mientras
tanto, la
diligencia fue
iniciada por la
agente del
Ministerio Público
Aurora Ramírez,
quien ha tomado
las
declaraciones
ministeriales de
los seis vascos
en las
audiencias
anteriores
relacionadas con
el proceso.
Después
de permanecer
dentro del vehículo
de Garzón,
frente al área
de juzgados,
Arzabe regresó
al penal y se
dirigió a la
sala de juntas
de la dirección,
donde se
realizaba la
audiencia que él
mismo había
solicitado, y
ordenó que el
trámite se
suspendiera.
Ante el
desconcierto de
los
involucrados,
Ramírez y su
asistente
empacaron los
expedientes y la
computadora portátil.
La
"comisión
rogatoria"
solicitada por
Garzón a la PGR
consiste en
nuevos
interrogatorios
a los
indiciados,
tanto a los
mexicanos ya
liberados por
falta de
pruebas, como a
los vascos, que
recientemente
ganaron un
amparo en el que
se declara
"ilegal"
la forma en que
fueron
capturados, el
18 de julio del
año pasado.
Son
más de 50
preguntas para
cada uno en
torno a la
investigación
sobre la
presunta
infraestructura
que ETA habría
desarrollado en
España y México.
La
petición de la
abogada Zamora
de que se
firmaran las
actas sobre lo
ya actuado fue
rechazada por
Arzabe, quien
arguyó que el
disquete en el
que se estaba
registrando la
audiencia es
"del juez
Garzón", y
que decía que
el trámite se
había realizado
en su presencia
y la del fiscal
Molina. Como ese
texto original
no podía ser
modificado, y la
presencia física
de los españoles
no tuvo lugar,
no se elaboró
el acta legal.
De
este modo quedó
en suspenso el
trámite
solicitado por
la justicia española.
A Zamora y a
Briseño se les
informó
extraoficialmente
que la
diligencia será
reanudada el próximo
lunes en el
mismo lugar.
Pero en caso de
que la PGR
pretenda
trasladar a los
seis vascos y
realizar el
interrogatorio
en otra
dependencia
(como se hizo el
miércoles con
los mexicanos
Castro, Sosa y
Camarillo, en la
sala de juntas
de la oficina
del
subprocurador de
Investigación
Especializada
contra
Delincuencia
Organizada, José
Luis Santiago
Vasconcelos), la
directora del
penal deberá
recibir la orden
de un juez para
autorizar esa
acción.
Rechaza que la
presencia del
juez viole la
soberanía
Revela
PGR que Garzón
ha asistido a
otras
diligencias
Justifican
Macedo y Ramos
Flores solicitud
del español
JESUS
ARANDA
Baltasar
Garzón, juez de
instrucción
español, no ha
estado sólo en
una de las
diligencias de
la Subprocuraduría
de
Investigaciones
Especializada
contra
Delincuencia
Organizada
(SIEDO)
relacionadas con
los seis
ciudadanos
vascos presos en
el Reclusorio
Norte que
enfrentan
proceso de
extradición: lo
ha hecho también
en otras
ocasiones que ha
visitado México.
Reveló
lo anterior el
subprocurador
Jurídico y de
Asuntos
Internacionales
de la Procuraduría
General de la
República
(PGR), Alejandro
Ramos Flores,
quien aseguró,
sin embargo, que
la presencia del
juez no viola la
soberanía ni
las leyes del país,
porque su estadía
está regulada
por los tratados
de asistencia
jurídica
firmados por México
y España.
"El
juez presentó
una solicitud de
asistencia jurídica
para que se
hiciera una
serie de
diligencias, las
cuales están
siendo
desahogadas"
por la SIEDO,
que encabeza José
Luis Santiago
Vasconcelos.
Entrevistado
al término de
la ceremonia de
firma de un
convenio de
colaboración
entre la PGR y
la Universidad
Autónoma de México,
Ramos Flores
precisó que las
diligencias
"son
independientes
al procedimiento
de extradición"
que enfrentan
Juan Carlos
Artola y su
esposa, María
Asunción
Gorrotxategui;
Ernesto Alberdi,
José María
Urkijo, Asier
Arronategui y Félix
Salustiano García.
Enfatizó
que Baltasar
Garzón (quien
en realidad
tiene un cargo
equivalente al
de un agente del
Ministerio Público)
únicamente está
presente en las
diligencias,
pero no
participa.
Las
palabras de
Ramos Flores
contrastaron con
las evasivas que
sobre el tema
interpuso el
procurador
general, Rafael
Macedo, cuando
fue interrogado
en conferencia
de prensa horas
antes.
-¿Qué
puede decir de
la presencia del
juez Garzón en
la diligencia
del miércoles,
en la que
comparecieron
tres ciudadanos
mexicanos (que
estuvieron
arraigados 90 días
por presuntos vínculos
con ETA, y
fueron ligados a
los seis
ciudadanos
vascos sujetos a
proceso de
extradición)?
-El
juez, por los
conductos diplomáticos
correspondientes,
presentó una
solicitud de
asistencia jurídica
para que se
hiciera una
serie de
diligencias, las
cuales están
siendo
desahogadas por
la SIEDO de
acuerdo con el
tratado de
extradición con
España, que señala
que la parte que
solicita la
asistencia jurídica
tiene derecho de
estar presente.
Por
su parte, Ramos
Flores señaló
que se trata sólo
de asistencias
jurídicas en
materia penal
para la recabación
de pruebas, toma
de declaración
de testigos y
cosas de ese
tipo.
-¿Qué
puede hacer y qué
no puede hacer
Garzón?
-Simplemente
estar presente
en las
diligencias, él
no puede
interrogar ni
llevar a cabo
ningún acto de
autoridad.
-¿Qué
hay de que no lo
dejaron entrar
al Reclusorio
Norte?
-Yo
tengo entendido
que el problema
no es que no lo
hayan dejado
entrar, sino que
necesitaba una
identificación
y le pusieran un
sello de los que
se utilizan en
los reclusorios
para los
ingresos. El
propio juez
manifestó que
él no estaba de
acuerdo en que
se lo pusieran.
Empero,
por la noche, la
PGR aseguró que
sí fue
autorizado el
ingreso del
juez, pero que
el Ministerio Público
determinó
diferir la
audiencia por
"no existir
las condiciones
de privacidad
necesarias"
debido a la
presencia
"no
procedente"
de medios de
comunicación.
-En
ocasiones
anteriores, con
otros casos de
vascos, ¿el
juez Garzón ya
había estado en
México en las
diligencias? -se
le preguntó a
Ramos Flores.
-Ya
había estado en
México, ha
venido varias
veces y en
algunas ha
estado en
diligencias
propias del
desahogo de
algunas
instancias jurídicas.
-¿Se
sabe en cuántas?
-No
tengo ahorita el
dato, pero se
trata del caso
de los seis
vascos en
procedimiento de
extradición a
España.
"Cuando
el juez viene a
participar en
alguna
asistencia jurídica
tiene que
sujetarse a las
disposiciones
legales y
reglamentarias
que rigen, por
ejemplo, en
materia de
ingreso al
reclusorio",
aseveró Ramos
Flores, quien
agregó que para
el gobierno de
España el tema
del terrorismo
es muy
importante y la
PGR simplemente
proporciona el
apoyo que
corresponde
conforme a los
tratados
internacionales
firmados en la
materia.
"Acto
notoriamente
ilegal", la
intervención
del juez,
afirman abogados
penalistas
Critican
expertos la injerencia
de Garzón
Intenta
presionar a PGR
y SRE para
lograr extradición
de los vascos
detenidos,
opinan
ALFREDO
MENDEZ ORTIZ
Mientras
que integrantes
del Poder
Judicial Federal
(PJF)
consideraron que
la intervención
del juez
Baltasar Garzón
y del fiscal de
la Audiencia
Nacional de España,
Enrique Molina
Benito, en el
juicio de
extradición de
seis vascos
viola la soberanía
del PJF y las
garantías
procesales de
los detenidos,
especialistas en
derecho penal
aseguraron que
la presencia de
ambos
funcionarios
españoles en la
Procuraduría
General de la
República
(PGR), y su
intención de
acudir al
Reclusorio Norte
para participar
en una
diligencia (ayer
se les negó el
acceso),
"son
medidas de presión
a las
autoridades
mexicanas"
y "un acto
notoriamente
ilegal".
En
entrevista con La
Jornada,
jueces de
distrito en
materia penal,
que solicitaron
el anonimato,
refirieron que
en un
procedimiento de
extradición
"lo único
que hace el juez
del país donde
se encuentre un
reclamado es
emitir una opinión
jurídica, y
como no se está
juzgando a la
persona, no
tiene por qué
interrogársele,
algo que mucho
menos pueden
hacer
autoridades de
la nación que
reclama".
Si
eso está
ocurriendo (en
el caso de los
vascos), es una
violación no sólo
a sus derechos
procesales, sino
al tratado en
materia de
extradición y
hasta la
Constitución
mexicana en lo
referente a la
soberanía
nacional,
agregaron.
Los
funcionarios añadieron
que de
comprobarse la
"intervención
directa" en
México de
Baltasar Garzón
y Molina Benito
como
"autoridad
reclamante"
en el
procedimiento de
extradición de
Félix
Salustiano García,
Juan Carlos
Artola Díaz,
Asunción
Gorrotxategui,
Asier
Arronategui
Duralde, Ricardo
Ernesto García
Sáenz y Luis
Castañeda
Vallejo, a
quienes España
vincula con la
organización
armada ETA, sería
"lamentable"
para la soberanía
de México,
porque "se
trataría de una
injerencia
extranjera en el
desempeño del
Poder Judicial
mexicano".
Por
su parte, Benjamín
Orozco, abogado
penalista y
especialista en
temas de
extradición,
aseguró que
"es claro
que la presencia
de Garzón tiene
un efecto:
presionar a las
autoridades
judiciales
mexicanas, así
como a la PGR y
a la propia
Secretaría de
Relaciones
Exteriores en su
momento, con la
finalidad de
lograr la
extradición"
de los vascos.
El
litigante precisó
que con este
caso
"vuelve a
ratificarse que
los
procedimientos
de extradición
se convierten en
un asunto más
de diplomacia
que de proceso
jurídico".
Por eso hay
tantas
injusticias en
esos procesos,
"porque es
simplemente una
cortesía que
tienen los países
entre sí, más
que un juicio
propiamente
hablando en el
que deba
agotarse cada
uno de los pasos
conforme a
derecho".
Como
se recordará,
el pasado miércoles
estuvieron
presentes en las
instalaciones de
la PGR, durante
la comparecencia
ministerial de
tres mexicanos
acusados -y ya
liberados por
falta de
pruebas- de
complicidad con
una presunta célula
de ETA, el juez
y el fiscal de
la Audiencia
Nacional de España,
pese a la
inconformidad de
la abogada Bárbara
Zamora,
defensora de los
tres
involucrados.
Para
justificar la
presencia de la
"parte
reclamante",
Mario Arzabe,
director de la
Unidad
Especializada
contra
Secuestros de la
PGR, alegó que
existen
convenios de
cooperación
entre México y
España que
permiten la
presencia de la
autoridad
extranjera en
nuestro país,
"en su
calidad de
interesada"
en una extradición.
En
respuesta, la
litigante refutó
al fiscal al
asegurar que
"no hay
tratados ni
acuerdos
internacionales
que posibiliten
la participación
directa en México
de alguna
autoridad que
reclame a un
extraditable".
A
su vez, Julio
Hernández
Pliego,
especialista en
derecho
procesal, aseguró
que es
"totalmente
ilegal" la
participación
en México de la
autoridad de
otro país que
reclama en
extradición a
los ciudadanos
vascos, y aclaró
que eso
"deja en
evidencia que
hay una
incidencia
abierta".
Asimismo,
indicó que la
presencia de
Baltasar Garzón
en diligencias
ministeriales,
en torno al
juicio de
extradición de
los seis vascos
referidos, viola
el artículo 16
de la Ley
Federal de
Procedimientos
Penales y el
tratado de
extradición
entre México y
España.
Por
su parte, al
salir del
Reclusorio
Norte, la
abogada de los
detenidos, Bárbara
Zamora, anunció
ayer que
presentará una
queja ante la
Comisión
Nacional de
Derechos Humanos
por el intento
de violación de
garantías en el
proceso de
extradición
contra sus
defendidos.