* Habla el ex
preso político de la masacre de El Charco
En
la tortura, los generales López Portillo y Oropeza, afirma Efrén
Cortés
* En Puente
Grande, bajo control de militares, pretendían llevarlo a la
muerte aparentando que estaba enfermo de depresión, denuncia *
Busca contribuir a la unidad de las organizaciones sociales
Maribel
Gutiérrez * Efrén Cortés Chávez y Ericka Zamora Pardo
fueron los únicos detenidos no indígenas tras la masacre de El
Charco, de un total de 27 arrestados en el lugar por efectivos
del Ejército.
Estuvieron
cuatro años en prisión, primero en Acapulco y después en el
penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, y
liberados el 30 de mayo por un amparo de un tribunal federal que
resolvió que son inocentes de los delitos de conspiración,
rebelión, invitación a la rebelión y portación de armas.
Efrén Cortés,
durante su encarcelamiento en Puente Grande a diario iba
perdiendo peso y se iba acercando a la muerte, víctima de una
enfermedad gastrointestinal, que se agravó a consecuencia de
cinco días de tortura cuando fue detenido en el cuartel militar
de Cumbres de Llano Largo, en Acapulco, y después del mal
trato, de la falta de atención médica y de la mala alimentación
en prisón.
Al salir de la
cárcel, la enfermedad y la debilidad le impidieron regresar de
inmediato a Guerrero. Estuvo aquí el 28 de junio, cuando
participó en la conmemoración del séptimo aniversario de la
masacre de Aguas Blancas.
Antes de los
hechos de El Charco, Efrén Cortés, de 33 años, con estudios
universitarios, era conocido por su participación en la lucha
del PRD en Cruz Grande, región de la Costa Chica. Pero su
presencia en la reunión del 6 de junio de 1998 en El Charco se
debía a que estaba trabajando con las comunidades indígenas
sobre la ley de cultura y derechos de los pueblos.
A casi un mes
de su liberación, habla en entrevista de lo ocurrido en El
Charco, señala a los militares que lo torturaron: el comandante
de la Novena Región Militar, Luis Humberto López Portillo, y
el comandante de la 27 Zona Militar, Alfredo Oropeza Garnica, y
dice que sus abogados estudian la posibilidad de presentar una
demanda por tortura contra esos generales, que cuando ocurrió
la masacre de El Charco, el 7 de junio de 1998, eran los más
altos mandos del Ejército en Guerrero.
Ahora, se
propone seguir en la actividad política, y tiene interés en
contribuir a la unidad de las organizaciones sociales en
Guerrero y en la ciudad de México.
En
Puente Grande, día a día hacia la muerte
Aunque en un
mes ha recuperado peso, es muy visible su deterioro físico.
Explica: “Tengo un problema gastrointenstinal que se me agravó
por la mala atención médica y alimenticia en el penal federal
de Puente Grande. Es un problema de una úlcera péptica y una
inflamación de intestinos”.
–¿Cuál es
el origen de esas enfermedades?
–Se
complementan varias cosas, desde la tortura, cuando fui
detenido, y principalmente ya en el penal de Punete Grande. Ahí
lo hicieron dolosamente, me daban una alimentación que me
agrava la enfermedad, porque a sabiendas de que yo tenía un
problema gatrointenstinal se me daba de alimetación tres
fresas, una naranja, una lima y la mitad de un plátano, esa era
mi alimentación.
“Peinso que
había intención de que me deteriorara y aparentar que fue una
enfermedad que me causó la muerte por problema de depresión,
ellos así han manejado el caso, y la Cruz Roja demostró que
no, que no era un problema de depresión, sino un problema por
falta de alimentación y por falta de atención médica”.
–¿Quiénes
decían que era depresión?
–Los médicos
de Puente Grande. Eran militares. Todos en Puente Grande son
militares, Desde que entró Fox los Centros Fedederales están
en poder de los militares, a través de la Policía Federal
Preventiva. Y ahí estaban en Puente Grande.
–¿Notaste un
cambio en el trato a partir de que entran militares a Puente
Grande?
–Sí, desde
que entró el gobierno de Fox, sobre nosotros (los presos políticos
de Guerrero que fueron trasladados a ese Cefereso) se fue una
fuerte represión.
–¿Y los daños
en la tortura?
–Tengo un
problema de carácter nervioso. Desde que fui detenido por el Ejército
me tiembla el cuerpo, es un problema en el sistema nervioso
central.
–¿Cuánto
tiempo estuviste detenido por el Ejército después de la
masacre de El Charco?
–Cinco días.
En el cuartel fuimos interrogados por los generales Alfredo
Oropeza y Humberto López Portillo Leal, ellos fueron los que
nos interrogaron, desde El Charco, personalmente, ellos fueron.
“De ahí nos
trasladaron en helicópetro al cuartel de Cruz Grande, ahí no
nos torturaron, nomás un interrogatorio pero sin golpes, y nos
llevaron a Acapulco.
“En Cumbres
de Llano Largo fue la tortura física y sicológica, hasta
toques eléctricos, yo tengo problemas por eso; me inyectaron
algo y me quemaron las venas (de los brazos), dicen mis hermanos
que podría ser heroína, o una sustancia más fuerte que la
heroína.
“Yo peinso
que desde que fui detenido había intención de deteriorarme física
y psicológicamente porque ellos simepre han dicho que yo soy un
peligro para la estabilidad social, dicen que soy el comandante
Ernesto. Los cinco días que estuve en el cuartel estuve
sometido a torturas, al quinto día nos sacaron y nos entregaron
a la PGR.
–¿Eso es
legal?
–Es ilegal,
por eso salimos en el amparo, porque todo era ilegal, nosotros
declaramos ante un ministerio público militar, nuestros
testigos de descargo fueron militares, nuestros defensores de
oficio fueron militares, todo fue militar. Podría imputársele
delitos a los jueces federales por violar la Constitución,
violar el artículo 13, y por el tiempo que nos tuvieron
detenidos ilegalmente.
Apoyaba
el trabajo para la ley indígena
–¿Qué hacías
en El Charco el 6 de junio de 1998 cuando fue la matanza?
–Yo me movía
antes en el PRD. Pero de ahí empezamos a apoyar la ley indígena
(sobre cultura y derechos indígenas) en los pueblos indígenas.
El gobierno siempre me seguía, que qué hacía yo en La Montaña
si yo no era indígena.
“Yo pienso
que lo de El Charco fue una cosa como escarmiento, porque sí se
sabe y no podemos ocultar que en esa región se mueven grupos
armados, se mueven, es lógico. Pero en la escuela de El Charco
todos los asesinados eran gente civil, porque si hubiera habido
armas no entran a asesinarlos, ya los asesinaron cuando la gente
estaba rendida, desarmada, eso fue.
–¿Tú porqué
fuiste a El Charco?
–Invitado
para una reunión en la que se iban a tratar proyectos
productivos, como la siembra de café en esa zona, era un
proyecto, había gente de la UNAM, y se pensaban llevar médicos
porque es una región donde la gente se muere de parásitos, o
por un parto.
–¿Y cómo
apareció el grupo armado?
–Sí, apareció
el grupo armado, se apareció, y (los guerrilleros) platicaron
con la gente (que estaba en la reunión). Y el gobierno pensó
que la gente que estaba en El Charco era gente armada y empezó
a tirar. Y después de la masacre a nosotros (a Ericka Zamora y
a él) nos presentan para justificar la masacre y decían que
nosotros estábamos armados, pero no era cierto, no nos
detuvieron con armas.
–¿Cómo ves
la actiutud de los pueblos indígenas hacia los grupos armados?
–Yo pienso
que el pueblo está en una etapa de desesperación. Los grupos
armados son un reflejo de la descomposición social porque el
gobierno no ha tenido la capacidad para encauzar el desarrollo
de muchas regiones de México, porque no vamos a decir que es El
Charco, son muchos estados donde la gente se muere por falta de
alimentos?
–¿Hay una
razón para que la gente de los pueblos no los rechace, no los
denuncie?
–Sí, la
gente de los pueblos no los rechaza, no los denuncia. Porque yo
no creo que haya personas que se quieran morir, todos queremos
vivir. Pero el gobierno los ha llevado hacia ese límite de
desesperación, de jugarse la vida.
–El ERPI en
este aniversario recordó a tres de sus combatientes y el capitán
José muertos en El Charco.
–Es que ahí
en El Charco cayeron unos muertos rumbo hacia el jardín de niños,
ellos, al parecer sí estaban vestidos con uniforme y armados,
al parecer porque a nosotros nunca nos dejaron verlos.
“Pero
nosotros hablamos de los muertos de la cancha, esos sí eran
civiles. Pero por allá se oyeron disparos, y si el ERPI está
reconociendo que cayeron sus militantes, sí, no podemos negar,
sí pasaron por ahí.
–Tú hablas
de los muertos civiles que fueron ejecutados cuando se habían
rendido.
–Ahí en la
cancha de los que vi son como cuatro ejecutados, entre entre
ellos Mario Chávez García, y Honorio, a ellos los conocía muy
bien, son los que salen primero, Honorio salió y se hinca y a
él le dispararon.
Buscar
la unidad, su propuesta
–¿Piensas
regresar a trabajar a la región indígenas de Ayutla?
–Tengo
intencion de trabajar en esa región pero siempre que el
gobierno asegure mi integridad física. No confío en este
gobierno de Fox, porque él no tiene el control, es un gobierno
empresarial, donde el Ejército tiene manga ancha para actuar y
violar los derechos humanos y no hay poder que lo someta.
–Ericka
Zamora plantea que seguirá alfabetizando en la región, y
luchará por el castigo a los responsables de la masacre de El
Charco.
–Tenemos ese
proyecto, con muchas organizaciones y personas que están
interesadas en que se esclarezca la masacre de El Charco. Aunque
creo que el gobierno de Fox va a querer evadir su
responsabilidad porque tiene un gran compromiso con los grupos
conservadores del Ejército.
–Cuatro años
en la cárcel, ¿qué vas a hacer?
–Seguir con
la lucha, tenemos un compomiso moral, no podemos aceptar que se
sigan violando los derechos humanos, tenemos el compromiso de
impulsar una verdadera transición democrática del pueblo.
“Vamos a
apoyar a las organizaciones de Guerrero y aspiramos a que todas
las organizaciones de Guerrero formen un verdadero frente de
unidad, donde el único objetivo sea la defensa del pueblo. Un
frente, una coordinación que impulse la unidad. Pensamos
contribuir a la unidad, aquí y en la ciudad de México. A
nosotros nos ha tocado sufrir y no puedo concebir que se den
diferencias entre las organizaciones y que cada quien jale la sábana
como considere mejor.
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