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Violencia
en los cateos y detenciones en Chacalapa,
Ayutla y Tecoanapa
Si
denuncia lo que pasó, le vamos a quitar
a sus niñas,
amenazaron los de la AFI
*
De tres de las casas registradas, los
agentes federales se llevaron escopetas
que usan en su trabajo en el campo, pero
no las armas prohibidas que dice la UEDO,
afirman familiares de los detenidos
Maribel
Gutiérrez, Chacalapa (Segunda parte) *
Catalina Antonio Palma, vecina de esta
localidad del municipio de San Marcos,
esposa del campesino Eudocio Suástegui
García, uno de los seis detenidos, tiene
miedo a denunciar los atropellos que
cometieron policías de la Agencia Federal
de Investigaciones (AFI). “Los que
vinieron me dijeron que no fuera a
derechos humanos y que no denunciara nada
si alguien venía a investigar, me
dijeron: si dice algo le va a ir muy mal,
le vamos a quitar a sus niñas y a ver qué
hacemos con usted”.
Es
una de las afectadas por las operaciones
de la AFI de la mañana del 21 de mayo,
cuando más de 50 policías irrumpieron en
diez casas de cinco localidades de la
Costa Chica, de las que se llevaron
detenidos a seis jefes de familia.
Actuaron con violencia, aterrorizaron a
las familias, encañonaron a mujeres y
golpearon a un niño, y se llevaron
dinero, alhajas, armas de fuego y
documentos.
Los
seis detenidos están arraigados en casas
de seguridad en la ciudad de México,
acusados de secuestro y de pertenecer al
ERPI. Los organismos de derechos humanos
que conocen el caso, El Centro de Derechos
Humanos Miguel Agustín Pro y el Centro de
Derechos Humanos de La Montaña
Tlachinollan, cuestionan la actuación de
la Unidad Especializada en Delincuencia
Organizada (UEDO) de la Procuraduría
General de la República (PGR), que ordenó
las detenciones “arbitrarias”,
efectuadas “sin que existiera orden de
aprehensión, flagrancia o sin que se
tratara de un caso urgente”, y sostienen
que el arraigo de 90 días a los seis
detenidos “demuestra que en México
subsiste la práctica de detener y luego
investigar”.
La
actuación arbitararia, plantean, no sólo
viola los derechos de los detenidos, sino
también de las víctimas, porque se pone
en duda si efectivamente la UEDO tiene
pruebas sólidas y creíbles que permitan
inculpar a los seis ciudadanos que están
arraigados en casas de seguridad en la
ciudad de México.
Dos
escopetas en la casa de Eudocio Suástegui
La
esposa de Eudocio Suástegui García,
Catalina Antonio Palma, rodeada de sus
tres hijas de 7, 4 y 2 años, se atreve a
hablar ante reporteros, a pesar del temor
a que se cumplan las amenazas, y dice: “¿Usted
cree, si de veras él fuera secuestrador
tendríamos la casa toda fea?”
La
mujer, de 30 años, que vende camote en el
mercado de Tierra Colorada, señala con
las manos el piso de tierra de la pequeña
casa de adobe con techos de lámina que se
gotean con la lluvia, que arriba de la
puerta de entrada tiene una calcomanía
del PRD de las elecciones pasadas con la
consigna: “Decididos levantemos
Guerrero”. Y muestra la esquina donde su
esposo tenía arrinconadas dos escopetas
que se llevaron los policías durante el
cateo, y después la UEDO difundió en un
boletín de prensa que aquí habían
encontrado dos fusiles Galil.
¿Que
pasó en su casa el 21 de mayo? Ella
responde: “Vinieron como a las 3 y media
de la mañana, eran como 50 elementos. El
estaba acostado en la hamaca, yo con las
niñas. Tiraron la puerta, y luego se
dirigieron a él, lo agarraron, lo tiraron
al piso y le pusieron las esposas, y lo
sacaron.
“Ellos
luego se quedaron aquí, hicieron el
tiradero, todo tiraron, se llevaron las
boletas de las chamacas, todo, y yo ya fui
a reclamarlas y me dijeron que no me las
van a dar, y quise pasar a verlo, pero que
necesitaba yo llevar mi credencial, pero cómo
voy a llevar mi credencial si también se
la llevaron.
“No
me dijeron porqué se lo llevaban. Nomás
así, no dijeron nada”.
–En
el boletín de la PGR dice que aquí
encontraron dos fusiles Galil, una Biblia
y un comunicado del ERPI.
–Aquí
no había nada, estaba nomás una escopeta
que era de él, era una 16 y una 20, eso
era lo que él tenía, y de lo demás no.
–¿Esas
escopetas las tenía con registro?
–No,
las tenía así nada más, porque apenas
las había comprado.
–¿Para
qué las usaba?
–Se
las llevaba al campo.
–¿A
qué se dedica?
–Siembra
maíz, jamaica. El no se dedicaba a hacer
cosas malas. A veces él se quedaba
cuidando a las niñas mientras yo me iba a
vender camote a Tierra Colorada.
–Lo
están acusando de que él participó en
secuestros.
–Eso
dicen, pero cuando el secuestro que se dio
del señor de aquí de Las Mesas, mi
marido aquí estaba, cuando sucedió eso,
y yo fui la que le dije a él: dicen que
secuestraron a un señor de Las Mesas, y
él me dijo: a lo mejor pues, yo también
vi pasar a los policías para arriba, pero
no sé de qué se trata.
–Dicen
que participaba en el Ejército
Revolucionario del Pueblo Insurgente.
–Lo
que pasa es que a él sí le gusta
participar, o sea, él no es del PRI, es
PRD. A él le gusta andar en las campañas
con los candidatos. Pero eso sí ya no sé
si él andaba en eso; yo digo que no,
porque si él hubiera andado en eso no
hubiera estado aquí en la casa, él
siempre estaba aquí.
Una
casa “limpia” en Chacalapa
Arcadia
Arizmendi Ramírez es vecina en Chacalapa
de Eudocio Suástegui, pero no tiene buena
relación con él, porque pelean un
pedacito de terreno donde sólo cabe un
lavadero. Ella pertenece a la Organización
de Campesinos Marginados, y él milita en
el PRD.
No
se explica porqué catearon su casa los
policías de la AFI el 21 de mayo.
Cuenta
cómo entraron a su casa los agentes
federales: “Fue el día 21, al 20 para
las 5, estaba yo dormida, despetré con
los golpes a la puerta, y se metieron esos
hombres, eran como 10, vestidos de
uniforme negro con las iniciales atrás de
la AFI.
“Entraron
aquí todos cortando cartucho para
adentro, y nomás corrían adentro de la
casa. A mí no me quitaron nada.
“Yo
vivo con mi hijo y mi nuera, pero ese día
no estaban, nomás tenía yo a mis nietos
conmigo, una niña de 3 años y un niño
de 9, que se asustaron. Y cuando se
fueron, el último que salió, dijo: Vámonos,
esta casa está limpia.
“Yo
después, como padezco del azúcar y la
presión, en el día que amanecío me fui
a Tierra Colorada al doctor y a comprar la
chapa de la puerta, porque me la dejaron
inservible, la quebraron”.
Un
conocido dirigente del PRD
En
Tecoanapa, los agentes de la AFI entraron
a la casa de Concepción Ramírez Ramírez,
dirigente del PRD en este municipio,
conocido en la región porque ayuda a la
gente pobre y porque participó en el
movimiento electoral encabezado por Cuauhtémoc
Cárdenas desde que comenzó.
Su
esposa, Wenceslada Marín Gallardo,
enferma de diabetes, imposibilitada para
caminar, estaba sola en la casa cuando
entraron los agentes de la AFI; su esposo
había ido a la tienda a comprar tres
huevos para el almuerzo, sólo tres porque
no tenían dinero para más.
“Llegaron
nomás encarrerados, como a las 8 y media,
todos para adentro, unos para allá y
otros para acá. A mí se me fueron dos
mujeres policías y me encañonaron, así
me tuvieron, con las armas encima. Acá
nada más tenemos una camita, somos
pobres, no tenemos ni muebles, no tenemos
nada. Unos para acá, tumbando los
colchones. Yo no sé qué cosa buscaban,
no entiendo, porque yo no guardo cosas ahí,
no tengo nada qué guardar.
“Andaban
afocando con unos aparatos, yo pensé que
andaban tomando fotografías, y no sé qué
enfocaban a mis cochinadas que tengo,
porque no tengo nada bueno, puros
mueblecitos viejos, no sé qué buscarán”.
–¿Qué
se llevaron?
–Se
llevaron un rifle 22 que él tenía, con
registro, estaba registrado en el Batallón
de Cruz Grande. Y no sé qué más se
llevaron porque no puedo andar para
registrar y saber qué falta. Hicieron el
tiradero.
–¿Han
presentado denuncia por la detención
arbitraria de su esposo?
–Sí,
porque yo no sé cuáles son los motivos,
por qué se lo llevaron, no sé quién lo
calumnia, porque para mí es una calumnia
que le levantaron.
Golpearon
a un niño de 13 años
En
Tecoanapa, en la casa del detenido Inés
Jiménez, su hijo Adalberto Jiménez se
queja de que la PGR sacó en la televisión
a los detenidos como si fueran
delincuentes, pero no habló de la
violencia con la que actuaron los policías
federales el 21 de mayo. “A mí me tenían
tirado en el piso, encañonado, se pararon
encima de mí, y me tomaban fotos, ¿y por
qué esa foto no aparece en la televisión?
Dice
cómo entraron los policías que se
llevaron a su papá, Inés Jiménez, el
mayor de los seis detenidos, de 80 años.
“Llegaron
golpeando la puerta, sin hablar, sin decir
quiénes eran, no se identificaron. Traían
una especie de marro para golpear la
puerta de afuera y la abrieron a golpes.
Entraron los policías con prepotencia, el
comandante que venía al mando me puso la
pistola en la cabeza.
“A
mi sobrino, Pedro Jiménez Tabares, que
tiene 13 años, lo tiraron al piso. Nos
tiraron, se nos pararon encima, entonces
el niño levantó la cabeza y uno de los
elementos le pegó en la cabeza con el
arma que traía, el niño perdió el
conocimiento.
“Nos
pararon, nos esposaron, el comandante me
dio un golpe en la cabeza por atrás, me
pusieron de frente a la pared, ahí me
tuvieron esposado.
“A
mi papá lo tuvieron ahí a un lado, él
padece de la presión, los nervios y la azúcar,
inmediatamente a él se le subió la presión
por el susto. Se puso muy mal”.
“Ellos
dijeron que tenían una orden de cateo
para la casa del señor Inés Jiménez,
Benito Juárez 55, pero se metieron a la
casa que está arriba, catearon la casa de
Benito Juárez 53, y otra en la misma
manzana, o sea que se metieron a tres
casas antes que a ésta, y en las otras no
tenían orden de cateo. En la casa del señor
Eugenio Gallardo se robaron mil 200
pesos”.
–¿Preguntaban
algo?
–El
comandante pedía armas. Aquí en la casa
había una escopeta 16 y una escuadra 22,
están registradas, y se las llevaron.
En
Ayutla, llegaron como 70 policías de la
AFI a las 7 de la mañana a la casa de
Bardomiano Ríos Espinoza, de 70 años,
que trabaja como administrador del panetón
municipal y se dedica a curar con medicina
tradicional.
Su
esposa, Maura Morán Avila, dice que
entraron a su casa encañonando a su hijo,
Severo Ríos, de 20 años. Con un marro
rompieron los candados de unos cuartos que
renta a unos maestros. Decían que
buscaban armas.