* “A todos
ustedes los vamos a matar”, dijeron soldados del 48 Batallón
Denuncian
hostigamiento y amenazas del Ejército
en Barranca Tecoani, Ayutla
*
Por medio de la organización Kambaxo Xuaji Guini Me’pha’a,
la comunidad del municipio de Ayutla dio a conocer que desde el
16 de enero han ingresado tropas que fueron a la casa de una indígena
violada por soldados el año pasado * El 17 y 18 de enero los
militares retiraron su campamento, porque los indígenas se
reunieron para exigirles que salieran * Temen nuevas agresiones,
porque llegaron más tropas en los últimos días
Indígenas
tlapanecos de Barranca Tecoani, municipio de Ayutla, difundieron
una denuncia contra tropas del Ejército del 48 Batallón que el
17 y 18 de enero entraron a la comunidad, intentaron establecer
un campamento sin autorización, y ante el rechazo de los
vecinos, que se reunieron para exigirles que se retiraran,
amenazaron: “A todos ustedes los vamos a matar, mañana o
pasado venimos a partirles su madre”.
Por
medio de la Organización de Pueblos Indígenas Tlapanecos, AC,
(Kambaxo Xuaji Guini Me’pha’a), la comunidad dio a conocer
la denuncia, que presentarán ante la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (CNDH) y las autoridades correspondientes, y
manifestaron que temen más agresiones, porque en los últimos días
aumentó la presencia militar en la región me’pha’a de
Ayutla.
El
22 de marzo de 2002, en Barranca Tecoani fue violada sexualmente
por soldados Inés Fernández Ortega, y los mismos militares
robaron objetos en domicilios del pueblo, entre ellos el de Jesús
García Soto, así como frutas en las huertas, y asustaron a las
mujeres y a los niños. La comunidad y la mujer agraviada y su
esposo, Fortunato Prisciliano Sierra, presentaron la denuncia
ante la CNDH y las autoridades civiles, pero éstas turnaron el
caso a las autoridades militares, y hasta el momento no se ha
hecho justicia ni se ha castigado a los soldados violadores y
agresores.
En
el escito que difundieron ayer, firmado por la mayoría de los
habitantes, narran los hechos del 16 al 19 de enero, y
manifiestan su temor ante la llegada de cientos de efectivos al
área a partir del martes 21.
Informan
que el jueves 16 de enero, 22 soldados llegaron al domicilio de
Fortunato Prisciliano Sierra y su esposa Inés Fernández 22
soldados, como a las 2 de la terde. El campesino se encerró en
su casa, por temor, debido a los hechos del 22 de marzo de 2002
cuando soldados violaron a su esposa.
“Dada
la insistencia de los militares de que les abriera su casa, el
indígena no tuvo más remedio que abrir. Uno de los soldados,
que al parecer era el jefe, le dijo que habían ido a su casa
para levantar un acta sobre lo ocurrido el año pasado, es
decir, sobre la violación de su esposa. Fortunato les contestó
que ni su esposa ni él firmarían ningún acta, y en todo caso
que levantaran el acta en presencia de su abogado”.
Los
soldados se retiraron de la casa de Fortunato y se dirigieron al
pueblo, a unos 700 metros de distancia. Sin informar ni pedir
permiso al comisario, instalaron un campamento a unos 400 metros
de la comisaría municipal.
Al
día siguiente, el viernes 17 de enero, 24 pobladores, hombres,
mujeres y niños, fueron al campamento de soldados para pedir
una explicación de su presencia en la comunidad. El guardia
militar del campamento trató de impedirles el paso. Los
ciudadanos pidieron hablar con el responsable, que tenía en la
camisola inscrito el nombre G. García G, y en el hombro la
insignia del 48 Batallón de Infanetría, y se dio el siguiente
diálogo:
–¿Qué
vienen a hacer aquí?, –preguntaron los indígenas.
–Se
nos hizo tarde y nos quedamos aquí a dormir –dijo el soldado.
–¿Y
quién les dio permiso para quedarse aquí, el ayuntamiento o el
comisario?
–No,
nadie nos dio permiso.
–¿Qué
quieren ustedes?, venimos a decirles que se retiren a otro lado,
aquí no queremos soldados porque violan las mujeres, espantan a
los niños y roban en las casas, y también las frutas como esas
calabazas que tienen ahí y que las acaban de robar.
–Nosotros
no fuimos los que hicimos eso, fueron los que vinieron de México.
–También
ustedes son soldados y por eso retírense.
El
militar pidió una hora para levantar el campamento, pero los
ciudadanos les dieron media hora. En ese tiempo, vigilados por
los indígenas, los soldados recogieron sus cosas y comenzaron a
retirarse.
Sin
embargo, se tardaron cerca de tres horas en avanzar 700 metros,
pues caminaban 100 metros y descansaban 30 o 40 minutros.
Después,
frente a la casa de Fortunato Prisciliano Sierra e Inés Fernández
estuvieron estacionados dos horas y media.
Ante
esta maniobra, los campesinos pidieron a los soldados que se
apuraran porque ya era tarde, y sólo así se fueron los
soldados, hasta el crucero de Barranca Tecoani y Ciénega del
Sauce. En el trayecto, los soldados amenazaron a los indígenas:
“De todos modos a todos ustedes los vamos a matar. Mañana o
pasado venimos a partirles su madre”. Y tomaron fotos a todos
los que iban en el grupo.
A
las 5 de la tarde, los indígenas dejaron a los militares en el
crucero de Yerba Santa.
Mientras
se retiraban los soldados, iban informando por radio a su Batallón.
Los indígenas piensan que por eso llegaron por otro camino
entre 7 y 8 camiones con soldados, hasta la comunidad de El
Camalote, a menos de 5 kilómetros de Barranca Tecoani.
El
sábado 18 de enero, a las 10 de la mañana, unos 80 soldados
ingresaron a terrenos comunales de Barranca Tecoani, y pusieron
su campamento en el arroyo que está a 2 kilómetros del pueblo.
Nuevamente,
la gente de la comunidad se organizó, y 75 personas fueron al
campamento de los soldados, a donde llegaron como a las 5 de la
tarde. Los soldados los recibieron empuñando sus armas, y
gritando:
–“¿A
qué vienen? aquí no pueden pasar”.
–Porqué
no podemos pasar, si el camino es de nosotros.
Los
indígenas pidieron hablar con el comandante, y el mismo soldado
que les impidió el paso dijo que él es el comandante.
La
señora Inés Fernández le dijo: “Tú no eres el
comandante”, y un soldado le apuntó con su fusil directamente
al pecho.
Otro
soldado fue a llamar al responsable de los 80 soldados. Los
ciudadnos le dijeron: “Viene esta comisión de la Organización
de Pueblos Indígenas Tlapanecos a pedirles que se retiren de la
comunidad porque no queremos problemas con ustedes”.
El
responsable militar contestó que ya se había hecho de noche y
que se iban a quedar, pero que el domingo 19 iban a llegar
“los derehos humanos”, el agente del Ministerio Público
militar, y los jefes militares al pueblo. Les dijo que los
esperaran y que con ellos hablaran, como a las 12 horas.
“Las
señoras que iban en la comisión reclamaron al comandante que
porqué les apuntaban con sus armas “si no somos animales”,
y la señora Hermelinda Soto Guadalupe pidió al comandante que
se retiraran, porque ella tiene su milpa en ese lugar y no puede
ir a traer mazorca para comer. Pero los soldados no se retiraron
en ese momento.
El
domingo 19, el pueblo estuvo esperando a que llegaran las
autoridades de los militares, pero nunca llegaron. El mismo día
los soldados se retiraron rumbo al crucero de Yerba Santa y como
a las 10 de la mañana aterrizaron dos helicópteros en el
campamento de los soldados y bajaron más militares, que hasta
este miércoles 22 de enero permanecían en ese sitio. (Maribel
Gutiérrez)
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