* Historias de
cinco presos políticos en huelga de hambre en Acapulco
Acusados
de delitos comunes para reprimir a
movimientos sociales
Maribel
Gutiérrez * El 23 de febrero, cinco presos en Acapulco
comenzaron una huelga de hambre con la demanda de reformas a la
Lay de Amnistía aprobada el año pasado pero que no permite la
libertad de los presos políticos. De los cinco, cuatro están
acusados de secuestro, lo que los excluye de la amnistía. Igual
que cerca de 50 presos políticos en cárceles de Guerrero,
ninguno está acusado expresamente de delitos clasificados como
políticos. En entrevistas, los cinco presos que hoy cumplen 11
días en huelga de hambre hablan de los motivos por los que están
en prisión.
Los
cinco forman parte del Comité de Presos Políticos Perredistas
Juan N. Alvarez, que se formó en diciembre, presidido por
Ismael Padilla Nava; secretario general, Rogelio García Pineda;
de organización, Joviel Rafael Ventura; finanzas, Gerónimo
Hernández Refugio y de relaciones y educación política, David
Molina Francisco.
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Joviel
Rafael Ventura. Tenía 23 años cuando ocurrió la matanza de
Aguas Blancas, el 28 de junio de 1995, y era miembro de la
Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) y del PRD.
Viajaba en la camioneta que fue atacada por la Policía
Motorizada que envió el gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Iba
en la caja trasera, cerca de la puerta, y cuando el vehículo se
detuvo él se iba a bajar pero ya no pudo porque comenzó la
balacera. Para protegerse se tendió en el piso; encima de él
cayeron tres o cuatro cuerpos, de sus compañeros desangrándose.
Cuando
paró la balacera Joviel se levantó y exprimía con una mano su
camisa impregnada de sangre como si estuviera triturando una
sandía.
Vio
a sus compañeros caídos. Preguntó por su hermano, Florente
Rafael Ventura; le dijeron que estaba bien, ileso, pero al final
apareció herido de dos balazos, y murió en un hospital de
Acapulco.
Comenzó
la persecución contra los sobrevivientes de la masacre. Meses
después Joviel salió de Paso Real cuando su nombre apareció
en una lista negra que filtró el gobierno, de campesinos a
quienes tenía señalados como parte de grupos armados y que
estaban en la mira de la represión.
Dejó
sus tierras en Paso Real y emigró a Acapulco, donde trabajaba
de albañil. Ya no participaba en la OCSS, pero asistía a las
manifestaciones y actos públicos del PRD. Pero igual que con
otros sobrevivientes de la masacre, siguió la vigilancia contra
él.
El
9 de agosto de 1998 fue detenido en La Quebrada, presuntamente
por policías judiciales. Casi simultáneamente fue arrestado
Salomé Aguirre Bahena, en otro lugar de Acapulco. Los dos
estuvieron desaparecidos diez días, durante los cuales fueron
torturados para obligarlos a decir que eran parte del Ejército
Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), y que habían
participado en secuestros y emboscadas.
El
19 de agosto de 1998 el procurador Servando Alanís los presentó
ante los medios de comunicación como “peligrosos”
guerrilleros, que habían participado en los secuestros de más
resonancia en el país de los últimos tiempos, como el del
banquero Alfredo Harp Helú y el empresario Angel Lozada.
Formalmente,
Joviel sólo fue acusado de portación de una metralleta y del
secuestro de un señor de San Luis de la Loma, Eduardo de la
Cruz Serrano, quien se presentó a declarar que no reconoce como
sus secuestradores a los dos presos.
Lleva
más de cuatro años en prisión, y está sentenciado a 15 por
el secuestro; por la supuesta arma ya fue absuelto.
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Ismael
Padilla Nava. Es originario de Tixtla, donde trabajaba como
chofer y era dirigente del PRD y miembro de la Organización de
Pueblos y Colonias de Guerrero (OPCG), tiene 35 años, padre de
tres niños y hermano de Felícitas Padilla Nava, que fue
detenida con su esposo el 21 de octubre de 1999 en Chilpancingo,
como parte de una operación en la que fueron arrestados dos de
los principales dirigentes del Ejército Revolucionario del
Pueblo Insurgente (ERPI), el comandante Antonio, Jacobo Silva
Nogales, y la coronel Aurora, Gloria Arenas Agís.
Desde
la detención de Felícitas comenzó el hostigamiento a miembros
de su familia, en Tixtla. Agentes policiacos vigilaban sus
casas, y seguían sus movimientos. Por eso vino a buscar trabajo
a Acapulco, el 26 de julio de 2000, y ese mismo día fue
detenido, prueba de lo tenían siempre vigilado.
Estuvo
desaparecido cinco días, y torturado con bolsas de plástico en
la cabeza, toques eléctricos y golpes, y así lo obligaron a
firmar unos papeles en blanco. Durante su desaparición confirmó
que todo el tiempo lo vigilaban, porque en la tortura le
nombraban a mucha gente con la que se rel acionaba
cotidianamente.
El
30 de julio lo presentan en el Ministerio Público como
secuestrador del empresario priísta Raúl Astudillo.
Entre
los judiciales que lo arrestaron reconoce al comandante Fidel
Morales Vargas, Fredy Luna Simón, Oscar Orea y otro de quien no
sabe el nombre. Esos judiciales lo tuvieron desaparecido, de un
lugar a otro, lo seguían torturando con golpes y toques eléctricos
y le decían que tenían a sus hijos y que los iban a despedazar
ante su vista. Bajo estas torturas, lo obligaban a grabar textos
que los mismos judiciales le daban y utilizaban su voz para
hablar con el hermano del empresario secuestrado, exigiendo el
rescate y dando las instrucciones para entregar el dinero.
Afirma
que los mismos judiciales cobraron el rescate, en el puente de
Dos Arroyos en la Autopista del Sol.
Ismael
Padilla está procesado por ese secuestro, y en este mes se va a
cerrar el juicio, que se abrió con base en documentos falsos
firmados bajo tortura, en los que aparece como guerrillero del
ERPI.
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Gerónimo
Hernán-dez Refugio. Es miembro de la OCSS de la que era
dirigente en Coyuca de Benítez cuando fue detenido el 20 de
octubre de 2002. Cuando tenía 19 años sobrevivió a la masacre
de Aguas Blancas, en la que murieron once de sus compañeros y
vecinos más cercanos de Atoyaquillo.
Tras
la masacre, Gerónimo se negó a acudir a los citatorios que
enviaba el figueroísmo, por medio del actual senador Héctor
Vicario, para que los sobrevivientes avalaran la versión del
gobierno.
Ahí
comenzó la persecución y los intentos de vincularlo al Ejército
Popular Revolucionario (EPR).
Dos
veces fue rescatado de militares y policías por la población
de Atoyaquillo que se movilizó. El 4 de septiembre de 1996, en
un retén militar en la carretera de la sierra, los soldados lo
detuvieron y lo querían involucrar en un ataque del EPR al Ejército.
El
22 de septiembre de 1997 estuvo desaparecido en manos de agentes
de la PGR y del Ejército, que lo señalaban como parte del EPR.
El
7 de octubre de 2001, cuando estaba en una huerta, se escapó de
paramilitares que fueron a matarlo.
Finalmente
lo arrestaron el 20 de octubre de 2002, acusado del intento de
secuestro de un predicador de Coyuca de Benítez, Píndaro
Mendoza, pero el mismo declaró que Genónimo no es culpable; le
inventaron la posesión de armas de fuego pero no hubo pruebas y
por eso en esta semana le entregarán su carta de libertad por
ese cargo. Para tenerlo en la cárcel le fabricaron otro
secuestro, de un comerciante de huaraches de Coyuca de Benítez,
José Luis Astudillo, quien no se ha presentado a ratificar la
denuncia.
En
la permanente persecución que ha sufrido, aparece el comandante
de la Policía Motorizada, Celerino Bibiano Pineda, quien estuvo
en su detención y tortura el septiembre de 1997 y nuevamente
participó en su detención en octubre pasado y lo amenazó con
matar a su esposa, a sus padres y a sus cuatro hijos.
El
mismo policía lo entregó a la Policía Judicial en Coyuca de
Benítez, donde hubo manifestaciones de su familia, del pueblo
de Atoyaquillo y de la OCSS para exigir su libertad.
Después
lo trasladaron a los separos de la Judicial en Acapulco, y lo
pusieron en manos del comandante Teodomiro Lara García.
En
los separos de Acapulco, después de que ya lo habían
localizado sus familiares y compañeros, fue torturado el 21 de
octubre de 2002. Lo sacaron en la noche y con golpes y amenazas
lo hicieron firmar documentos en los que dice que él secuestró
a Servando Luna Carbajal en Tepetixla, que hizo otro secuestro
en Paso Real, y que pertenece al EPR.
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David
Molina Francisco. “Mi estancia en este penal es una venganza
política del Estado”, dice David Molina Francisco, profesor
universitario, de 48 años, quien ha participado en las luchas
populares en Coyuca de Benítez y otros municipios de Guerrero
desde hace más de dos décadas, y antes fue dirigente de la
Federación Estudiantil Universitaria de Guerrero, participó en
los movimientos en defensa de la UAG y de las prepas, y fue
presidente del Consejo Estatal del PRD y miembro del Comité
Ejecutivo Estatal.
Hace
un recuento: “Me tocó la recuperación de tierras en la Costa
Chica, en El Capulín y La Soledad, municipio de Ometepec;
participé en la formación de la colonia Panorámica, en la
Invonavit Alta Progreso y en la colonia Bellavista de Acapulco.
En Coyuca de Benítez impulsamos la formación de la Colonia
Primero de Enero, Cuauhtémoc Cárdenas, Ampliación de la
colonia Lázaro Cárdenas y Tierra y Libertad, y en la toma del
terreno que ocupa la Preparatoria 16 de la UAG”.
El
gobierno trató de vincularlo con el EZLN en 1994. Después,
cuando apareció el EPR, en 1996, trataron de vincularlo con
este grupo igual que a otros maestros universitarios de Coyuca
de Benítez.
Por
amenazas que le hizo llegar el ex gobernador Rubén Figueroa en
1997, salió de Coyuca de Benítez y se trasladó a Acapulco.
Recientemente participó en la formación de la colonia Rubén
Jaramillo, en el movimiento por la regularización de la colonia
Fuerza Aérea, en el área de Pie de la Cuesta, y aquí se topó
con los poderosos intereses del ex gobernador Israel Nogueda
Otero, y lo encarcelaron en junio de 2001.
Para
detenerlo y enlodar su imagen le fabricaron el delito de violación.
Además, fue acusado de despojo contra el ex gobernador Israel
Nogueda Otero, contra el banco Santander, contra residencial
Punta Brava, contra Lourdes Pizarro en la colonia Campo de Tiro.
Después
le añadieron los delitos políticos de motín, conspiración,
rebelión, resistencia de particulares y sabotaje, con motivo de
la toma del Palacio Municipal de Coyuca de Benítez como una
respuesta a la masacre de Aguas Blancas.
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Rogelio
García Pineda. Tiene 29 años y cinco de estar encarcelado. Es
originario de Atoyac, donde se dedicaba a las labores del campo,
y participaba en el PRD desde su fundación y en la OCSS. Salió
de ese municipio por la persecución contra campesinos que desató
el Ejército y las policías a raíz de la aparición del EPR,
en 1996.
Se
trasladó a Zihuatanejo, donde trabajaba en la hotelería. Ahí,
fue detenido el 18 de mayo de 1998, acusado de secuestro de un
ganadero de San Jeronimito, Jesús Gómez Escalera, y de
asociación delictuosa.
Estuvo
cinco días desaparecido, en manos de policías judiciales del
estado y miembros de un grupo paramilitar, que lo acusaban de
pertenecer al EPR, y para comprobarlo lo ponían a hacer
marometas y entrenamientos supuestamente de la guerrilla.
Lo
sometieron a tormentos hasta dejarlo moribundo, y los mismos
torturadores mataron en los tormentos a otro detenido compañero
de Rogelio, Leopoldo Ruiz Lomas, de Atoyac.
Lo
hicieron firmar documentos en los que se declara culpable. Fue
sentenciado a 34 años de prisión; después le redujeron la
condena a 32 años y recientemente a 14.
Afirma
que no hay pruebas para condenarlo, y que está aquí sólo por
la persecución y la fabricación de delitos contra los que
participan en las luchas sociales. (Fotos: Eric Miralrío) |