FAVOR
DE REENVIAR A SUS CONTACTOS
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MARCHA
POR LA LIBERTAD DE LOS HERMANOS CEREZO POR EL ESCLARECIMIENTO
DEL ASESINATO DE PAVEL ALTO A LA REPRESIÓN Y AMENAZAS EN
CONTRA DE ACTIVISTAS Y ESTUDIANTES DE LA UNAM POR LA LIBERTAD
DE TODOS LOS PRESOS POLÍTICOS Y DE CONCIENCIA DEL PAÍS
01 DE JUNIO
16:00 HEMICICLO A
JUÁREZ A GOBERNACIÓN
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Antonio, que continuaba en el patio, fue
interrogado sobre el lugar en donde estaba la propaganda
subversiva. Eran las cinco de la madrugada, cuando en las
inmediaciones del número 64 de la calle Aquiles Serdán,
poblado de Santiago Tepalcatlalpan, en Xochimilco, se
estacionaron cuatro camionetas tipo Suburban. Conforme los
hombres de uniforme oscuro, con los rostros cubiertos con
pasamontañas y que sostenían en sus manos armas de alto
poder, iban descendiendo, se fueron pegando a la pared. Una
vez que bajaron todos, se internaron subrepticiamente en la
vecindad y empujaron la única puerta que estaba abierta y que
daba a un cuarto, en donde dormían dos jóvenes en el piso.
Aun cuando los intrusos se movían con sigilo, el ruido de sus
botas y la luz de las lámparas de mano que habían echado
sobre los rostros provocó que los dos jóvenes despertaran
sobresaltados e instintivamente se sentaran. Sin embargo,
antes de que pudieran erguirse, dos de los hombres que se habían
colocado a sus lados, amartillaron sus pistolas y se las
pusieron en la sien. El hombre que estaba junto a Antonio
Cerezo Contreras, de 24 años y estudiante de la Facultad de
Filosofía y Letrás de la UNAM, le espetó: —¡Híncate,
con las manos en la nuca! Antonio, que tenía puestos una
camisa negra de mangas largas y una trusa, obedeció dócilmente.
Entonces, varios de los encapuchados lo cargaron en vilo y lo
llevaron al patio. Le ordenaron que recargara la frente en la
pared, extendiera los brazos y abriera las piernas. A
continuación colocaron a su izquierda a su hermano Héctor,
de 22 años, quien también era estudiante de la UNAM y que
vestía una playera y calzoncillos. En esa posición los
dejaron largos minutos, al cabo de los cuales les preguntaron
si alguno de ellos conocía el manejo de las computadoras. Y
como Héctor se autopropusiera, lo regresaron a la vivienda,
compuesta de tres cuartos, uno de ellos en la parte superior.
Antonio, que continuaba en el patio, fue interrogado sobre el
lugar en donde estaba la propaganda subversiva. Y como
respondiera no saber de lo que le estaban hablando, el
encapuchado que estaba a su espalda, le sujetó el brazo, y
doblándole la mano, lo metió a la vivienda. Precedido por su
captor, subieron por la escalera. Cuando habían ascendido
tres escalones, el hombre al que todos llamaban diligentemente
“comandante”, inquirió a Héctor si sabía el motivo de
que estuvieran ellos ahí. El aludido negó con la cabeza. —Desde
este momento eres nuestro prisionero de guerra, y así te
vamos a tratar. Y como para que Héctor se cerciorara de que
la advertencia iba en serio, le incrustó un puñetazo en el
estómago. Todo el poder del estado Antonio fue llevado a la
cocina, donde comenzaron a golpearlo y torturarlo. En el
cuarto contiguo, su hermano no la pasaba mejor. El esbirro que
estaba junto a él, había colocado su pistola en la sien, a
la vez que le exigía le dijera donde tenían escondido el “hidrogel”.
Pero Héctor respondió no saber siquiera el significado de
esa palabra. Posteriormente lo sujetaron de los cabellos y le
dieron vueltas hasta marearlo. —Me están torturando, me están
torturando— exclamó Héctor y cuyo grito fue escuchado por
Antonio y algunos vecinos que ante los ruidos provenientes de
la casa de los hermanos Cerezo, empezaban a despertarse esa mañana
del 13 de agosto de 2001, cinco días después de las
explosiones en tres bancos y que tanta alarma habían causado
en el Distrito Federal. Pero lo peor para los hermanos Cerezo
aún no iniciaba. A los dos hermanos les pondrían bolsas de
plástico sobre sus cabezas y al quitárselas éstos con las
manos o hacerles orificios con los dientes, para no morir de
asfixia, los golpearían y les atarían las muñecas con
delgadas tiras de plástico, para que no pudieran evadir el
tormento. El hombre de la Sedena Los golpes en contra de Héctor
amainaban por momentos. A pesar del tormento que le estaban
infligiendo, ansiaba conocer al siniestro “hombre de la
Sedena” del que todos hablaban. Cuando éste lo tuvo frente
a frente, le preguntó sin ambages por el lugar en donde tenían
ocultas las bombas, así como por la identidad de la personas
que los habían entrenado. También quiso saber en dónde
estaban sus padres. Pero, a la postre, no logró sacarle
ninguna revelación. Pasaban de las cuatro de la tarde, cuando
apareció en la calle de Aquiles Serdán, Alejandro Cerezo
Contreras, de 19 años y que estudiaba simultáneamente dos
carreras: una en la UAM, y la otra, en la UNAM y por lo que
había elegido una vivienda en medio de las dos universidades.
Llevaba al hombro un morral con ropa sucia que iba a lavar en
la lavadora de sus hermanos. Al irse acercando, advirtió la
presencia de cuatro camionetas del tipo Suburban, pero no les
prestó mayor atención. Sin embargo, cuando estaba a unos
pasos del número 64 fue interceptado por un hombre con fachas
de judicial. En cuanto el muchacho profirió su nombre, lo
despojó del morral; lo sujetó del brazo y doblándole la
mano, lo metió a la vecindad. Lo llevaron con sus hermanos y
enseguida comenzaron a interrogarlo y a propinarle golpes. A
esa misma hora, en el Estado de México, detenían con
violencia a Pablo Alvarado Flores, de 44 años; en tanto que
en la delegación Coyoacán hacían lo mismo con Sergio
Galicia Max, de 37. Acusaron a la UNAM de prohijar
guerrilleros Pasadas las cinco de la tarde trasladaron a los
detenidos al inmueble que tiene la PGR en la delegación
Azcapotzalco. Un día después, la Procuraduría General de la
República informó de la captura de un supuesto grupo
subversivo, a quien responsabilizaba de haber puesto los
explosivos en la sucursal bancaria de la delegación Gustavo
A. Madero. La dependencia, además proclamó que pertenecían
a las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo. Algunos
sectores recalcitrantes fueron más lejos. Acusaron a la UNAM
de prohijar guerrilleros, lo que fue rechazado puntualmente
por la máxima casa de estudios del país. Los cinco detenidos
fueron acusados por la PGR de los delitos de terrorismo,
asociación delictuosa, almacenamiento de armas,
almacenamiento de cartuchos y almacenamiento de artificios, y
dada su supuesta “alta peligrosidad”, fueron internados en
el Cefereso número 1, de Almoloya de Juárez. Sin embargo,
sus abogadas defensoras, Pilar Noriega, Digna Ochoa y Bárbara
Zamora, sucesivamente, se encargaron de echar abajo la mayoría
de las acusaciones. Actualmente nada más les quedan los
cargos de violación a la Ley Federal contra la Delincuencia
Organizada; almacenamiento de artificios, posesión de armas
de fuego de uso exclusivo del ejército, armada y fuerza aérea,
así como posesión de cartuchos reservados para las fuerzas
armadas del país. El pasado 23 de abril, como último recurso
para obtener su libertad, su abogada Bárbara Zamora interpuso
un amparo directo contra la sentencia de siete años y seis
meses de prisión dictada por un juez federal. Sin embargo, a
decir de su hermano Francisco, los acontecimientos ocurridos
recientemente en Jiutepec, Morelos, podrían poner en peligro
este recurso legal. —Sí, porque cuando suceden este tipo de
acontecimientos, lo primero que hacen las autoridades es irse
sobre los presos políticos— concluyó Francisco. Frente al
amparo, “prefiero no hacerme ilusiones” Los hermanos
Cerezo, acusados de hacer explotar petardos en tres sucursales
de Banamex en agosto de 2001, están por agotar la última de
las instancias legales para alcanzar su libertad, el amparo
directo, que se resolverá en el mes de agosto. Pese a que han
sido absueltos del cargo por el que originalmente se les
encarceló –el de los bombazos–, los tres hermanos Antonio
(de 24 años cuando lo arrestaron), Héctor (de 22) y
Alejandro (de 19), enfrentan una condena de siete años y seis
meses de prisión, junto con Pablo Alvarado, que fue
sentenciado por cinco años. En entrevista telefónica,
Antonio Cerezo señala que no ve muchas probabilidades de
salir con el amparo. “El discurso del gobierno no da pie. Es
un gobierno bastante represivo de hecho y de palabra”. –¿Crees
que los bombazos que acaban de ocurrir en Morelos afecten tu
caso? –Jurídicamente no tendría por qué (me refiero al
expediente y todo eso). Políticamente pudiera afectar que el
gobierno, al decir que va a defender el Estado de Derecho a
costa de todo, no nos deje salir. Pero –insiste– más por
un discurso político que por una razón fundada. ¡Sáquenme
de aquí! Antonio explica que a veces es muy difícil aguantar
una semana sin ver a su gente. Y es que lo más arduo de su
existencia en la cárcel ha sido el aislamiento. “Es difícil
no desligarte de afuera, sentirte parte de la gente que está
afuera”. Y explica que, finalmente, “sí te aíslan, te
limitan la información, te limitan las visitas, hay muchos
obstáculos como para que la gente venga a verte así nada más”.
Esta falta de comunicación, de contacto, lo lleva incluso a
no sentirse partícipe en su propio proceso jurídico: “Es
difícil sentirse parte de nuestra propia lucha por la
libertad”. —¿Algo más que quieras agregar? —Pues... ¡Ya
sáquenme de aquí! Me gustaría estar libre... hay cierta
esperanza en el amparo, pero prefiero no hacerme muchas
ilusiones, porque si no resulta...” Pascual Salanueva/
Lydiette Carrión/ Ciudad de México
27 mayo de 2004 Los abajo firmantes
participantes en las acciones de protesta contra la III Cumbre
América Latina y el Caribe-Unión Europea, consideramos
que la escalada de represión en el país y en particular en
la UNAM se ha agudizado. Algunos ejemplos de esta creciente
escalada de represión son: el injusto encarcelamiento de los
hermanos Cerezo Contreras (estudiantes de la UNAM) y Pablo
Alvarado en el 2001, que se suman a la lista de más de 500
presos políticos y de conciencia del país; la serie de
expulsiones en la Universidad de estudiantes por motivos políticos
ascienden a más de 300; el aumento del porrismo tiene claros
tintes fascistas; en los últimos días el atroz asesinato del
solidario luchador social Pável González González,
estudiante de Filosofía y Letras de la UNAM y de Antropología
Social en la ENAH; y las amenazas vía correo electrónico y
teléfono que han recibido en los últimos días varios compañeros
de la UNAM, firmadas por el grupo Yunque. El asesinato de
Pavel nos recuerda el aún no esclarecido asesinato de Digna
Ochoa, el cual el gobierno foxista pretende esclarecer
diciendo que fue un suicidio, cuando sabemos que se trata de
un asesinato político. Ante estos hechos consideramos
necesaria la unidad de todos los que estamos en contra del
modelo neoliberal, que cada día muestra su verdadera cara con
acciones que se asemejan a las del fascismo; y apoyamos la
manifestación que este 1 de junio se llevará a cabo del
Hemiciclo a Juárez a la Secretaría de Gobernación,
exigiendo: -
La libertad a los Hermanos Cerezo Contreras y Pablo Alvarado.
-
El esclarecimiento del asesinato de Pável González. -
Fin de las amenazas e intimidaciones, responsabilizando
al Gobierno Federal de la integridad física de todo luchador
social. Firman: Evo Morales del Movimiento Campesino de
Bolivia, Sociedad Civil Española, Servicio Internacional para
la Paz , Marco Consola TRNSFORM-ITALIA, Goyali Banón
de ASC/CUT Brasil, Red Sinti Techam El Salvador, Cohen Fahien
de FRANCE AMERIQUE LATINE, Colectivo Francés América Latina
para Guadalajara, CIEPAC, Comité 68, Las Abejas Acteal
Chiapas, ANAD Jalisco, Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín
Pro, Comité Cerezo Jalisco, Comité Eureka Guadalajara,
Parroquia de Santo Domingo Comitán, Red de Defensores
Comunitarios por los DDHH, Organización COMPITCH Chiapas,
EDUPAZ, Comité de Derechos Humanos de la Huasteca y la Sierra
Oriental, Pastoral de Derechos Humanos Tlaxcala, Organización
de Médicos Tojolabales Indígenas OMTI A.C.,TZOMEIXUK
Mujeres Organizadas, Consejo General de Comunidades y Ejidos
afectadas, por la presa Hidroeléctrica “La Parota”, Comité
de Derechos Humanos de Colima, STUNAM, SNTSS, SME, Sindicato
Euzkadi, ATS, ANPAP, STAU de C, UCD-MAIZ-Jalisco A.C., SNTIMP,
SUNTUAS, Corriente Democrática del Sindicato Tres Poderes del
Estado de Oaxaca, AHORRADORES, FAT, CIG UIS-TEMRPIA, CNT/INEGI,
Sindicato de Salud, CCB, CCC, Poder Ciudadano Tuxpan-Jalisco,
IMDEC A.C., CENAMIAC, Coordinadora Intresindical Democrática
Jaliscience, PRT, PT, PC, CILAS/RMALC, Núcleo Mexicano de
Apoyo a las FARC-EP, Coordinadora Continental Bolivariana capítulo
México, FPR-PUNCN, No en nuestro nombre, Movimiento de
Solidaridad con Cuba, Comité Cancún Altermundista, Ejido
General Eugenio Zuñiga, Grupo Interdisciplinario para
la Formación e Investigación para el Desarrollo A.C., MIR
Guanajuato, Tenaces PRT Colima, Sindicato Nacional de General
Tire de México, IVEDL, CEPEA/FORTA, Centro América por
Diálogo, REDGE, Red de Defensa Ciudadana A.C., Colectivo
Rebelión, UDG, TNI, CRIMPO, Comité Civil Ollin Mexica,
Colectivo Marxista Colima, SNRTE. Responsables: Comité Pavel
González y Comité Cerezo.
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Cel. 044 55 10 47 20 31
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comitecerezo@nodo50.org
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